jueves, 14 de marzo de 2013

cous cous de orejones, almendras y mi particular Ras el Hanout

Si tú también trabajas a turnos como yo, el tema de organizar las comidas a veces se hace un poco desesperante. Si eres una persona maniática del orden, reina del método y la planificación, como yo, estos son los retos de los que mola salir triunfante.

Esta semana en concreto estoy trabajando de tardes, así que cuando llego por la noche sólo me da tiempo a cenar y a dormir. Pensarás "pues no lo entiendo, tienes toda la mañana para ti", y es así, pero tengo detrás al conejo de Alicia con el reloj de bolsillo, acosándome con que en x minutos tengo que salir de casa, por lo que me toca dividirme el día entre tareas y cocinitas. Esas, para más inri, con vistas al día siguiente, que tengo muchos tuppers que alimentar (aquí mi sr. novio también va a turnos, y casi siempre le toca comer fuera).

A veces pasa que si queda alguna ración de algo, se la lleva él, que ya estoy yo en casa para guisarme. Aprovecho entonces para no complicarme mucho la vida, hacer algo rápido y sencillito pero resultón.

Y hoy voy a hacer cous cous, que son de esas cosas que salen solas.
La gastronomía árabe me encanta, soy muy fan de mezclar dulce con salado, y las especias; el té me priva (tomo como mínimo, tres al día) y los dulces orientales son el mejor de los lembas: dulces, pequeños y cargados de energía.
Además, esta receta es mi manera de homenajear a una periodista (de las de verdad) que estuvo hace poco en el conflicto de Malí, o no, según a quién preguntes. Aunque lleva sangre cubana por sus venas, tiene una conexión con África casi magnética que la lleva a ritmo de darbuka a campamentos saharahuis a enseñar, pero sobre todo a aprender. Tiene unos ojos con los que se bebe el mundo a grandes sorbos, y una determinación de las que construyen certezas.


Vamos con la receta. Empezamos por el Ras el Hanout, que es una mezcla de especias más o menos extensa, según quién te lo prepare. Literalmente, quiere decir "lo mejor de la tienda", así que lleva las especias más sabrosas que te puedas imaginar: cardamomo, canela, comino, nuez moscada, pimienta, jengibre, pimentón,... incluso se habla en su composición de belladona y unos escarabajos (Lycca vesicatoria) también conocidos como "mosca española", con propiedades afrodisíacas. De eso no le voy a poner, eh...

Si tienes a mano una tienda donde adquirir ya la mezcla, no te compliques, aunque a mí me gusta hacerla porque en función del plato potencio más unas especias que otras. Si tienes cucharas medidoras, te apañarás mucho mejor para las cantidades; también puedes ajustar las proporciones a un elemento de medida más cómodo.
Mi Ras el Hanout lleva:
- Canela, una cucharadita rasa.
- Comino, media cucharadita.
- Pimienta negra molida, 3 vueltas del molinillo.
- Nuez moscada molida: media cucharadita.
- Anís en grano, 8-10 semillas.
- Azafrán, 2-3 hebras.

En un mortero, mezcla todos los ingredientes y machaca bien para que tanto el azafrán como el anís se pulvericen. De esta mezcla salen dos cucharaditas, uso una por persona y queda sabroso pero suave.

Para el cous cous necesitamos (por persona):
- 4-6 orejones de albaricoque. Puedes usar un puñado de pasas como alternativa.
- Un puñado de almendras crudas.
- Una taza de café de cous cous precocido.
- Una taza de café de agua hervida.
- Aceite y sal.

En una sartén añade una cucharada de aceite de oliva y tuesta ligeramente las almendras a fuego suave, y posteriormente incorpora los orejones. Si son muy grandes, puedes partirlos en mitades o cuartos; es importante que estén tiernos, pero si no es así, no te preocupes, deja que se ablanden en agua caliente un rato antes de ponerte con ellos.
Una vez das un par de vueltas a la sartén, añade las especias a tu gusto, pendiente que no se quemen. La idea es "despertar" un poco las esencias, porque ahora le vamos a añadir el cous cous y tiene que captarlo todo. Sofríe la mezcla con el cous cous un par de minutos e incorpora el agua hervida. Ahora sólo hay que esperar a que se beba el agua y se ablande (como 5 minutos). Si pasado ese tiempo sigue duro,  puedes añadirle más agua hervida; si todavía está caldoso, reduce al fuego. Anda que no es agradecido. 

Ya sólo queda ajustarlo de sal, echar un chorrito de aceite y servir. Y para terminar, ¿por qué no lo acompañas con un té verde con hierbabuena?


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